Cómo contribuye la educación Montessori a formar a nuestros hijos.
Por:
Graciela Zarzosa de la Torre
Directora del Colegio Montessori Torreón
La pedagogía Montessori tiene un reconocimiento
importante en el ambiente educativo del mundo, por lo que más personas quieren
vivir la experiencia de esta formación que se convierte en una filosofía para
la vida.
María Montessori, fundadora de la pedagogía, habla de
formar seres independientes, libres y comprometidos con su entorno; de que
veamos al alumno como una persona, así como de reconocer sus necesidades. Estas
características que se transforman en herramientas para la vida, contribuyeron
a que durante la pandemia, los alumnos y alumnas con formación Montessori se
pudieran adaptar de mejor manera a los cambios del entorno. Sin embargo, aún hay camino por recorrer.
Con base a mi experiencia de 30 años como educadora
Montessori, me gustaría compartirles las siguientes ideas que pueden servir
para que juntos, colegio y familia, logremos la formación integral de nuestros
niños, niñas y adolescentes.
Estar presentes. Nos hemos dado cuenta
que los tiempos para dedicarle a los hijos en casa ahora son más limitados: los
compromisos laborales, la atención del hogar, el ocio, entre otras actividades,
nos dejan muchas veces en la imposibilidad de atenderlos. Sin embargo, podemos
aplicar la premisa de que es mejor calidad que cantidad. Al llegar a casa,
buscarlos y preguntarles cómo les fue en el colegio. Mostrarnos interesados en
sus cosas, en sus temas e ir explorando con ellos sus intereses para saber lo
nuevo que aprendieron al final del día.
Observar. La observación es fundamental en la relación con nuestros hijos. Para una guía Montessori es su herramienta básica de trabajo. Ver al niño, estar al pendiente de sus emociones, lo que hace y cómo lo hace. Esta actitud se puede trasladar al hogar. Como padres nos toca observarlos cuando nos hablan, como cuando no, ya que en ocasiones nos comunican más cada vez que están en sus tareas, jugando, en silencio o estando atentos a cualquier cosa de su entorno. Esto nos permite obtener información de sus intereses, de lo que los atrae, inclusive de lo que les disgusta o provoca temores. También es importante que cuando en una familia hay varios integrantes, considerar que cada hijo es diferente, por lo que la labor de observación se vuelve más retadora y rica a la vez.
Estructura y orden. En la educación
Montessori, estructura y orden son fundamentales. En el hogar, la familia es la
primera iniciadora de este hábito. Desde que va a la cama la noche anterior, se
levanta, asea, viste, desayuna y prepara su mochila, nuestro hijo o hija necesita
el apoyo de nosotros como padres. En este esquema de todo tiene un tiempo y un
lugar, también entran las dinámicas de nuestros hijos adolescentes. Desde estar
al pendiente de sus tareas escolares, hasta hacer su cama al levantarse. La
estructura y el orden ayudan en gran medida a la formación integral que las
familias y el colegio estamos buscando.
Investigar: como decíamos, cada hijo
o hija es diferente, por lo que la atención a ellos nos implica multiplicar
nuestros esfuerzos para estar presentes en su cotidianidad. Consideremos como
padres, el buscar lecturas, asistir a conferencias que el Colegio ofrece como
Escuela para Padres, ver platicas de expertos en internet, entre otros recursos
que permitan tener más herramientas y una visión más amplia de lo que pasa en
sus vidas.
Que nos mueva el amor. El espacio Montessori, es un ambiente preparado que
busca que todo sea bello, con mucho orden y estructura y principalmente que
haya mucha armonía. Y esto nos ayuda a reconocer en el alumno y alumna, esa
fuerza interna que los mueve y que nos permite saber sus intereses y de ahí
partir. Esto también es replicable en casa. Que nuestro hijo o hija al llegar a
su hogar, sienta que el amor está presente, para que de esta manera logremos,
lo que María Montessori nos pide, formar personas seguras de sí mismas,
independientes, felices y plenas.
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